sábado, 3 de octubre de 2015

Las personas ancianas, un riesgo para la economía global



Tal parece amigos, que los relatos de ficción,  aparentemente inverosímiles,  con respecto al incierto destino de las personas ancianas, están aproximándose rápidamente a una dura realidad.





Christine Lagarde, la presidenta del FMI, cobró significancia esta semana cuando sin empacho alguno, sostuvo que: “Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global”, sentencia que remató con un conminatorio “Hay que hacer algo ya”.    

En el documento presentado por el Fondo Monetario Internacional, y que forma parte del Informe Sobre la Estabilidad Financiera Mundial, el organismo presidido por Christine Lagarde asegura que a medida que las poblaciones envejezcan en las próximas décadas, consumirán un porcentaje creciente de recursos, ejerciendo presión sobre los balances públicos y privados. Este panfleto afirma también que esto constituye un riesgo financiero para los gobiernos y las entidades que ofrecen prestaciones jubilatorias definidas, que tendrán que pagar más de lo esperado en pensiones y prestaciones de la seguridad social. Seguidamente el FMI señala que para neutralizar esos posibles efectos, los gobiernos deben aumentar la edad de la jubilación, ligar ésta a la esperanza de vida, recortar las pensiones, incrementar los montos de las cotizaciones y contratar, con aseguradoras privadas, coberturas “por si la gente vive más de lo esperado”.

Si bien a estas alturas nadie desconoce la verdadera función que cumple el Fondo Monetario Internacional, puede que alguno ignore aún las consecuencias que sus enrevesadas maniobras generan, no sólo ya en los llamados países emergentes, sino también en las naciones que hasta hace no tanto tiempo se consideraban económicamente poderosas. Para algunos, la sempiterna presencia de este organismo no es más que un mal necesario. Para otros, un mal, a secas.

Sea como fuere, el FMI existe, interviene, crea, modifica. Y en sus largas noches de insomnio sus ilustres e iluminados miembros se descerebran en busca de una idea que le dé sentido a su omnipresencia. Tal como en la madrugada del martes debe de haberle sucedido a su personaje más destacado que este miércoles  consideró a bocajarro que “el aumento de la longevidad es un riesgo financiero para la economía mundial”, razón por la cual recomienda disminuir las pensiones y aumentar la edad de jubilación; una maravillosa iniciativa que a las claras habla de la clase de mal paridos de los que nuestras economías dependen.

El Fondo Monetario Internacional recomendó a los países que disminuyan las pensiones para ahorrar recursos, e igualmente pidió elevar la edad de jubilación ante el incremento de la esperanza de vida en los ciudadanos de cada país. “A medida que las poblaciones envejezcan en las próximas décadas, consumirán un porcentaje creciente de recursos, ejerciendo presión sobre los balances públicos y privados”, expresó el FMI en su informe anual sobre la Estabilidad Financiera Mundial emitido este miércoles.

“Es importante que las entidades que ofrecen pensiones puedan actuar con flexibilidad: si no es posible incrementar las contribuciones o subir la edad de jubilación, posiblemente haya que recortar las prestaciones”, expresó Lagarde antes de señalar que “una longevidad inesperada representa un riesgo financiero para los gobiernos y las entidades que ofrecen prestaciones definidas”.

El Fondo indicó también que los gobiernos y las entidades privadas que ofrecen pensiones han estado ideando alternativas para las consecuencias generadas por el envejecimiento de la población, sin embargo, se apoyaron en “proyecciones demográficas de base, que en el pasado han subestimado constantemente cuántos años vive la gente”. Seguidamente el turno para completar la sarta de imbecilidades fue de la directora asistente del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI, Laura Kodres, quien sostuvo que el riesgo de longevidad en la economía “no debe ser relegado a la última página” de los diarios del mundo. “Mientras más tiempo se ignore más difícil será resolverlo”

Juan Carlos Monedero Fernández  profesor en varias universidades, ensayista, polítologo y político españolexsecretario del Proceso Constituyente y director del  Programa de TV  Podemos,  ha vuelto a recabar la atención de los medios de comunicación con sus incendiarias y polémicas declaraciones: “Yo no sé ustedes, pero a mí me entran muchas ganas de vomitar sobre Lagarde y su infame documento. Porque considerar como “un riesgo para la economía” a quienes durante años han contribuido con su trabajo a la productividad y a la generación de riqueza en sus respectivos entornos, es una auténtica falacia; mejor aún: es La Falacia. Si bien este panfleto llamado “documento” señala que el riesgo de las reformas sugeridas debe estar distribuido entre los organizadores de los planes de pensiones y cada gobierno, es evidente que los costos que esto conlleve caerán sobre las personas. Usted, que de esto último no tiene ninguna duda, ¿no quiere vomitar conmigo?”.

Durante su intervención en un mitin celebrado en Linares (Jaén) este lunes, Monedero Fernández se dirigió a la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, con estas palabras: “ “¡Danos ejemplo y muérete!”







miércoles, 30 de septiembre de 2015

SANTOS Y LA LAVANDERÍA


Santos y la Lavandería
  
12:34 a.m. | 27 de septiembre de 2015

Lo preocupante es la letra menuda del acuerdo y los espacios que deberán rellenar los subversivos.


No es un tribunal para juzgar crímenes atroces, es una lavandería. Una vez más, las Farc ganaron la partida. Nos vendieron un engendro laberíntico donde enterrarán las ansias de justicia y verdad de muchas víctimas de la guerrilla. Si resulta difícil creer en la justicia ordinaria, qué confianza puede merecer un tribunal sesgado desde el inicio. Pensar que las Farc meterán sus manos ensangrentadas en la creación de una entidad que deberá juzgarlos produce escalofríos.

No hay más que escucharlos y leer sus trinos después de la ignominiosa ceremonia de La Habana, para confirmar su nula voluntad de admitir crímenes; solo quieren que les laven culpas. Se ríen del general Mendieta, amenazan con investigarlo; igual hacen con Belisario Betancur; le dicen a Pastrana que tendrá que responder por la masacre de Bojayá, que ellos cometieron; y advierten, entre otras cosas, que denunciarán la persecución implacable de las Fuerzas Militares.

Pero eso no es lo perverso, lo preocupante es la letra menuda del acuerdo y los espacios en blanco que deberán rellenar los subversivos y su contraparte. Uno de ellos es que el tribunal estudiará casos de empresarios, agentes del Estado, paramilitares, subversivos, entre otros, tanto juzgados como no juzgados. Y pueden presentarlos la Fiscalía, ONG y víctimas particulares, además de que será medio siglo de conflicto armado el periodo bajo la lupa, lo que diluirá la responsabilidad de las Farc y hará imposible conocer la verdad.

Con frecuencia unos olvidan que se sentaron a negociar con ellos no porque sean revolucionarios con legitimidad y pueblo detrás, como pretendió hacer creer al planeta Raúl Castro, con el beneplácito de Santos, sino por tratarse de una organización de delincuentes a la que es casi imposible derrotar.

En cuanto a los veinte años de prisión para los que no confiesen, no nos engañemos, no están pensados para los capos de las Farc, sino para empresarios, militares y policías, así como políticos de la oposición. Cuando a un grupo de torcidos, como las Farc, les encargan crear las reglas, solo podemos esperar un campo de juego minado de trampas.

Y qué tal la de imponer un pueblo por área de “restricción” de libertad y que sea construir una escuela, cultivar lechugas o desminar algunas de las “sanciones”. Vean la perla que dejó el español abogado de las Farc: “El desminado no es cualquier sanción, imagine lo que es estar cinco años desminando; es un gran riesgo para la vida”.

Lo de los delitos conexos, que santifica la Corte Suprema, causa estupor. El narcotráfico –dicen– es uno de ellos. Pregunto: ¿el centenar de erradicadores de matas de coca asesinados por las minas en los cultivos son muertos por la bendita rebelión? Y aún les queda meter el secuestro de civiles en esa extraña “conexidad”. No saben aún cómo hacerlo, pero algo se les ocurrirá.

Mi espacio es corto para un tema tan complejo, pero una última reflexión. No es necesario que los santistas, los mismos que pedían a gritos cárcel para Andrés Felipe Arias o Andrés Carmargo (preso de manera injusta por las losas de TransMilenio), ahora prediquen que exigir condenas tras las rejas por crímenes atroces es “fetichismo carcelario”, que “meter gente tras barrotes no tiene fundamento”.

Esa arbitrariedad, esa incoherencia tan cachaca, esas distintas varas de medir, son algunas raíces de la violencia. El triunfo no fue de Santos, sino del terrorismo. Con armas, nos comunicaron, se alcanzan fines.

SALUD HERNÁNDEZ-MORA