miércoles, 21 de octubre de 2015

Hoy hace 44 años




Hoy, hace 44 años

Sí,  amigos lectores, hoy, hace 44 años, el 21 de octubre de 1971 Pablo Neruda, calificado por Gabriel García Márquez como  «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma», recibió el Premio Nobel de Literatura. El crítico literario  Harold Bloom, quien lo considera uno de los veintiséis autores centrales del canon de la literatura occidental de todos los tiempos escribió sobre él:  «Ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con Neruda».

 Su verdadero nombre era Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto y nació en Parral el 12 de julio de 1904. Murió en Santiago el 23 de septiembre de 1973. 

Obras como “Residencia en la tierra”, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” y “Crepusculario”, entre otras, formaron parte de su trayectoria y  lo llevaron a merecer el reconocimiento.

 Ya en 1963, la Academia Sueca consideró candidato al Premio Nobel de Literatura a Neruda cuando fue parte de una lista junto con el británico-estadounidense W. H. Auden, el irlandés Samuel Beckett, el japonés Yukio Mishima, el danés Aksel Sandemose y el griego Giorgos Seferis. Luego, formó la terna final junto con Auden y Seferis, a quien finalmente le fue concedido.

Ocho años después, el 21 de octubre de 1971, Neruda fue galardonado finalmente con el Nobel y viajó a Estocolmo, Suecia, a recibirlo el 10 de diciembre. En sus memorias, el poeta recordó "el anciano monarca nos daba la mano a cada uno; nos entregaba el diploma, la medalla y el cheque... Se dice (o se lo dijeron a Matilde para impresionarla) que el rey estuvo más tiempo conmigo que con los otros laureados, que me apretó la mano con evidente simpatía. Tal vez haya sido una reminiscencia de la antigua gentileza palaciega hacia los juglares".

Además de su influyente labor literaria, Pablo Neruda fue senador de la República, militante del Partido Comunista -integraba el Comité Central y diplomático-, embajador en Francia y hasta precandidato a la presidencia.

Para el disfrute de todos  transcribo aquí dos de sus poemas:


Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca,




AMOR 

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.

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